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“Crónica de una muerte anunciada”: primera macroquerella por presunta estafa con criptomonedas

Este blog lleva advirtiendo, desde hace varios años, de los riesgos evidentes que comporta la comercialización descontrolada de las criptomonedas y de la actividad de las autoridades supervisoras para reducir esos riesgos de fraudes masivos.

Ahora, el Diario económico Cinco Días, en su edición del pasado 9 de abril, publicaba la noticia siguiente: “La AN analiza la primera macroquerella por presunta estafa con criptomonedas. 300 inversores demandan a Javier Biosca, que aseguraba ser un bróker. El supuesto fraude se eleva a más de 250 millones de euros”.

Dado que, desde el comienzo de la pandemia del COVID-19, venimos constatando que los relatos de ganancias asombrosas por parte de pequeños inversores que invierten en criptomonedas se han multiplicado en su número y en la cuantía de las ganancias súbitas; nos parece oportuno y necesario ocuparnos, con ocasión de la noticia referida, de esta “crónica de una muerte anunciada” para advertir a inversores incautos -o no tanto- de los riesgos de pérdida de su inversión.

Una sintética referencia a los antecedentes: “El Dorado” de las criptomonedas

Como antes decimos, este blog lleva advirtiendo, desde hace varios años, de los riesgos evidentes que comporta la comercialización descontrolada de las criptomonedas y de los efectos perniciosos que comportaban algunas noticias de algunos medios de comunicación que, desde finales del año 2017, se han hecho eco de historias asombrosas del éxito fulgurante de las inversiones en las principales criptomonedas (bitcoin, ethereum, litecoin, iota, etc.). Esta especie de “fiebre del oro” comparte, desde el principio, algunos denominadores comunes que nos recordaban situaciones previas a escándalos financieros del pasado y que nos invitaban a realizar algunas advertencias sobre sus riesgos evidentes, aun a riesgo de parecer críticos cenizos de un futuro esplendoroso (se puede ver la entrada del 12.01.2018 titulada “¿Pagará la lechera con bitcoins? Riesgos de las criptomonedas y de las ofertas iniciales de monedas (ICOs)” que comenzábamos con una significativa referencia a la “Vida y milagros de las criptomonedas (en particular, el bitcoin)”). Estos denominadores comunes evocadores de la antesala histórica de escándalos financieros del pasado lejano y cercano son el uso de algunas criptomonedas para adquirir bienes por completo especulativos que no tienen otra utilidad que servir de coartada para la misma especulación –muchas veces caprichosa- en su negociación; las prácticas groseras de manipulación de algunos mercados de criptomonedas que convierten en multimillonarios a determinados personajes, la apelación al ahorro de muchos inversores que gozan de una sensación de “riqueza virtual” que no empece su alegría pero que, mucho nos tememos, cuando se troque en pérdida de sus inversiones, se convertirá en avariciosa queja para que el Estado -que somos todos- compense las pérdidas de su alegre y confiada aventura financiera.

Recientemente, el epígrafe VII de la Exposición de Motivos del Real Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo, de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia empresarial en respuesta a la pandemia de la COVID-19 (RDL 5/2021) cuya Disposición final segunda modifica la LMV para introducir un nuevo régimen de control por la CNMV de la publicidad de criptoactivos u otros activos e instrumentos financieros presentados como objeto de inversión destaca su finalidad de protección del inversor ante los riesgos que presentan los mercados actuales -no regulados ni controlados y, por lo tanto, “furtivos”- de criptoactivos y, en particular, de las criptomonedas porque permiten la realización de operaciones de forma anónima lo que facilita su uso para fines ilegales, no esta garantizada la adecuada custodia de las claves asociadas a los criptoactivos de los clientes que resulta crucial para la prestación de servicios sobre estos activos y para la protección de los clientes, se están ofreciendo cada vez más frecuentemente como objeto de inversión, tanto a inversores especializados como al público en general, etc. (el lector interesado puede ver las entradas de este blog del pasado 9 de abril titulada “Criptoactivos: Consulta de la CNMV previa a la promulgación de una Circular sobre la publicidad de criptoactivos” y de 17 de marzo de 2021 “Criptoactivos: Control por la CNMV de la publicidad de criptoactivos u otros activos e instrumentos financieros presentados como objeto de inversión. Reforma de la LMV por el RDL 5/20121”).

Estos riesgos evidentes se han puesto de manifiesto por la CNMV y el Banco de España que, el 9 de febrero de 2021 con la publicación de un comunicado conjunto, que se suma a otro de 2018, alertan sobre los riesgos que este nuevo tipo de activos suponen para los participantes del sistema financiero y, muy en particular, para los pequeños inversores. Comunicado que incide en la complejidad, la volatilidad y la potencial falta de liquidez de estas inversiones (el lector interesado puede ver, sobre este Comunicado la entrada de este blog del lunes 15 de febrero titulada “Criptomonedas. Nuevos riesgos para los inversores en tiempos de pandemia: El “Comunicado conjunto de la CNMV y del Banco de España sobre el riesgo de las criptomonedas como inversión” de 9 de febrero de 2021. La imprescindible prevención frente al timo del “token-mocho” y de la “cripto-pita”).

Mientras tanto, estamos “esperando a Godot” con la promulgación del Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a los mercados de criptoactivos y por el que se modifica la Directiva (UE) 2019/1937 que en la actualidad esta en fase de Propuesta (Texto pertinente a efectos del EEE) (Bruselas, 24.9.2020, COM(2020) 593 final, 2020/0265 (COD), SEC(2020) 306 final {SWD(2020) 380 final} – {SWD(2020) 381 final; el lector interesado puede ver la entrada de este blog de 25 de febrero sobre los “Desafíos en la regulación y supervisión de las criptomonedas. Jornada del Instituto Iberoamericano de Mercados de Valores del 24 de febrero de 2021”).

La querella por presunta estafa con criptomonedas presentada ante la Audiencia Nacional

Según decimos al comienzo de esta entrada, en ella nos hacemos eco de la noticia publicada en la edición del pasado 9 de abril del Diario Económico Cinco Días, que llevaba por titular “La AN analiza la primera macroquerella por presunta estafa con criptomonedas. 300 inversores demandan a Javier Biosca, que aseguraba ser un bróker. El supuesto fraude se eleva a más de 250 millones de euros”.

En ella se daba cuenta de que la querella por presunta estafa obedecía al cambio de las condiciones en los contratos de forma unilateral en cuanto a los intereses a percibir por la compra de criptomonedas. Unos 300 pequeños inversores han presentado ante la Audiencia Nacional una querella contra Javier Biosca por presunta estafa de más de 250 millones de euros en inversiones en criptomonedas.

También se da cuenta de que ee trata de la primera macroquerella presentada ante la Audiencia Nacional, pero no es la única porque, posteriormente, se ha presentado otra contra la plataforma de criptodivisas Kuailian. La presidenta de la Asociación de Afectados por Inversores por Criptomonedas (AAIC) señala que los pequeños inversores son, por ahora unas 300 personas, pero el número crece día a día.

La presunta estafa suma de momento un monto de 250 millones de euros, aunque podría superar los 3.000 millones de euros, según los precios que alcanzan estas divisas virtuales.

La querella ha recaído en el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la AN cuyo titular provisional es Santiago Pedraz, quien se espera que decida sobre su previsible admisión en los próximos días.

El caso se remonta a 2019, cuando Biosca ofrecía a sus clientes, inicialmente sus vecinos, ganancias semanales de entre un 20% a un 25% por su inversión en criptomonedas (principalmente bitcóin, ethereum o litecóin) que él se encargaba de comprar y vender, según se recoge en la querella. Los clientes recibieron durante mucho tiempo estos intereses y el “boca a boca” de estas operaciones con sus atractivos intereses fue atrayendo a más clientes.

Posteriormente estos intereses se redujeron a un 10% u 8%, a partir de enero de 2020. Pese a ello, los inversores seguían creciendo y confiando sus ahorros a Biosca, que decía ser un bróker, aunque su firma Algorithms Group no figura en el registro de la CNMV.

El asunto fue degenerando hasta que, en noviembre de 2020, Biosca dejó de abonar los intereses y desapareció.

La querella se presenta por presunta estafa, y otros nueve delitos más entre los que destacan apropiación indebida, recepción y blanqueo de capitales, asociación ilícita, delitos contra la Hacienda pública, cohecho, delitos societarios, encubrimiento y falsedad en documento público. Los querellantes han solicitado la imposición de medidas cautelares, como búsqueda, captura y detención de Biosca, ahora en paradero desconocido.

Resulta particularmente significativa la circunstancia de que, entre los afectados, hay una amplia tipología de inversores, desde empleadas domésticas, jubilados y parados; hasta notarios, algún juez, abogados o inspectores de Hacienda, o dueños de pequeños comercios que entregaron sus préstamos ICO para poder invertir y salir a flote durante la pandemia,

Según las conclusiones del informe pericial que se acompaña a la querella, Javier Biosca contaba en su wallet un total de 1.532,55 bitcóins, equivalente a precio de 15 de marzo a 75 millones de euros, según la documentación presentada. La forma de operar consistía en que los clientes entregaban el dinero a Biosca de cuatro formas diferentes, por transferencia bancaria; a través de wallets (monederos de criptomonedas), desde los que se les transfería el interés; mediante la entrega de efectivo, o en especie, aunque esta forma era la menos usual. Todo con contratos personalizados. Biosca contactaba con todos los inversores de forma personalizada a través de WhatsApp. Tras el mensaje sobre sus ganancias, el cliente decidía si cobraba los intereses o reinvertía. Con esta operativa, se pasó de 19 clientes a 500. En 2019 comenzó con 19 clientes, todos conocidos. Un año después ya tenía 500.

Pero la nota pintoresca –que nos debe advertir sobre la peligrosidad potencial de estas nuevas tecnologías- es, paradójicamente, lo rudimentario de la operativa empleada que funcionaba con un ordenador en su casa, sin más infraestructura.