En memoria de Gonzalo Jimenez-Blanco
Este pasado sábado 27 de julio falleció en Madrid Gonzalo Jimenez-Blanco.
Quienes tuvimos el privilegio de gozar de su amistad coincidiremos en destacar tres virtudes de Gonzalo: su aguda y poderosa inteligencia, su sentido del humor sutil y su bonhomía. Desde la década de los años noventa del pasado siglo XX tuve la fortuna de compartir una tertulia trimestral que, liderada por su querido compañero, Jose Ramón del Caño y en torno a muchas paellas, nos permitió gozar a un grupo de amigos procedentes de la Comisión Nacional del Mercado de Valores y de los viajes a Bruselas de su presencia durante tan largo periodo de tiempo en el que maduramos juntos y cultivamos el precioso y escaso don de la amistad.
Fuimos una pequeña muestra de los muchísimos amigos que Gonzalo fué sembrando a lo largo de su fructífero viaje vital, tal y como quedo de manifiesto con la publicación, en el año 2018, del Liber Amicorum a Gonzalo Jiménez-Blanco en el que, a lo largo de 35 capítulos dedicados a distintas materias especialmente queridas y magistralmente cultivadas por Gonzalo, como la regulación de los mercados financieros o el arbitraje; algunos de su legión de amigos le brindamos un testimonio escrito de nuestro afecto.
Creo que, en esta ocasiones, debemos practicar dos facultades del espíritu humano que son la memoria y la gratitud. La primera para revivir al amigo que nos ha dicho hasta pronto y la segunda para dejar constancia de lo mucho que de él recibimos. Con un fuerte abrazo, hasta siempre, Gonzalo.