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¿Por qué la Agencia Europea de Medicamentos no ha recalado en Barcelona: Crónica de una muerte anunciada

Firma invitada: Javier Fernandez Alén

 

Ante la multitud de pareceres vertidos durante estos dos últimos días sobre la razón por la que el Consejo de Ministros de Sanidad de la UE decidió, el pasado lunes, eliminar en primera ronda a Barcelona como nueva sede de la Agencia Europea de Medicamentos, aportamos una explicación racional desde el punto de vista regulatorio; para ayudar al ciudadano normal a evitar las argumentaciones de nuestros políticos que, movidos bien por un obstinado voluntarismo o bien por otras pasiones menos confesables, se han empeñado en insultar nuestra inteligencia hasta este mismo lunes para mantener viva la llama de la esperanza de lo que era, a la vista de cualquier observador imparcial, la “crónica de una muerte anunciada”.

Y la explicación racional desde el punto de vista regulatorio es que no parece racionalmente previsible que las instituciones de la UE estuvieran dispuestas a jugar una partida del juego del ping-pong que podría haber sido divertida pero que era, indudablemente, estúpida. Me explico: conviene partir del origen de la decisión y recordar que el cambio de la  sede de la Agencia Europea de Medicamentos desde Londres a otra ciudad de la UE ha venido motivada -como en el caso de la Autoridad Bancaria Europea que se ha desplazado a París-  por la desafortunada decisión del Reino Unido de abandonar la UE, esto es, el conocido fenómeno del Brexit. Pues bien, ante la posibilidad –remota, pero aún existente-  de que Cataluña y, por lo tanto, Barcelona abandonara la UE a resultas de su proceso de independencia del Reino de España; hubiera sido rematadamente estúpido trasladar aquella sede de la Agencia Europea de Medicamentos desde Londres, por ser territorio extracomunitario, a otra sede ubicada en un territorio que presentara la más mínima posibilidad de salir de la UE. Lo que, a la postre, volvería a imponer un nuevo traslado de sede, con los costes y complicaciones que ello comporta.

En conclusión, el estado contable del desafío independentista arroja un daño a la Economía catalana y española que es cierto y se manifiesta en los dos componentes clásicos del daño en el Derecho civil: primero, en forma de daño emergente, por la huida empresarial que ha alcanzado el número de las 2.540 empresas que han trasladado su domicilio social fuera de Cataluña; y, segundo, en forma de lucro cesante, porque la decisión del Consejo de Ministros de Sanidad de la UE de eliminar a Barcelona como nueva sede de la Agencia Europea de Medicamentos genera un daño en forma de los 900 funcionarios adscritos que no vivirán en Barcelona, de  los 36.000 visitantes que no viajarán a Barcelona y de los 340 millones de presupuesto anual de la Agencia que no revertirán en Barcelona.